Habitar el instante

Escrito en

por

Mientras escribo esta nota, se oye el trino de los pájaros fuera de mi casa. Otros días no los escucho, aunque estén allí y canten igual. También se oyen ladridos: esos casi siempre los percibo, resulta difícil abstraerse de estos perros escandalosos. Es como si se pusieran de acuerdo para ladrar y despertar a todo Valparaíso. También se oyen las sirena de algún que otro barco, el paso de los camiones, el rugido de las micros que suben cerro arriba. A veces disfruto mirando el vuelo de un jote, de una gaviota que planea, o de un volantín que unos niños hacen bailar en el aire. Otras veces bajo la cortina y no miro nada.

El cerro está siempre enfrente. Hay días en que lo veo lleno de vida, con cientos de casas desplegadas como en un anfiteatro cuyo palco es mi salón. Otros días solo distingo chabolas cerradas a cal y canto y apenas se mueven las copas de los árboles. El paisaje no cambia; lo que cambia es la forma en que lo miro. El mundo que me rodea se transforma al ritmo que le marca mi ánimo. Cuando quiero encontrar belleza, vivo en un escenario bello. Cuando no, todo se vuelve opaco, anodino, sin textura.

Y ahí está, en el fondo, la idea que quería dejar: debo esforzarme por habitar el momento presente con una disposición favorable. Prestar atención. Escuchar lo que sucede. Observar sin prisas. Destacar lo que merece ser destacado. Sacar la chicha de una vida que avanza sin vuelta atrás, y que a veces se me escapa entre distracciones.

Repiten con frecuencia que cualquier tiempo pasado fue mejor. No es cierto. Algunos viven proyectados hacia el futuro, sacrificando el hoy a cambio de un supuesto beneficio posterior. También se equivocan.

Me tomó cincuenta años entenderlo, pero ahora lo tengo claro: solo importa el presente. Solo se vive en el presente y, por tanto, solo en él se puede disfrutar. El futuro se prepara desde aquí; el pasado se procesa desde aquí. Pero ni uno ni otro están aquí ahora. Su único poder es someter este instante: arrastrarte a la nostalgia o al arrepentimiento, llenarte de ansiedad por la incertidumbre, frustrarte por habitar mentalmente un tiempo que no existe.

Me ocupo de mi presente. De lo que vivo en el único instante real que tengo: éste, tic; éste, toc; éste, tic; éste, toc.

Aún no lo domino. A veces me olvido de escuchar, de observar, de saborear, de oler, de tocar. Hay momentos en los que no estoy aquí y ahora, y sé que eso es un desperdicio. Pero estoy mejorando. Cada vez me ocurre menos.

Etiquetas

Categorías

Deja una respuesta

Espera, ¿el bloque nav se encuentra en el pie de página de este tema? Eso es atrevido.

Felipe Cutillas Turpin

viajar | leer | escribir

Explora las variaciones de estilo disponibles en Estilos > Examinar estilos.